Quién es el que quiere la vida y desea gozar días felices?”
(R.B. Pról. 15)
Toda vida consagrada tiene un carácter vocacional; se trata de un proyecto de vida que exige una determinación espiritual, que afecta a todas las dimensiones de la vida, que pide exclusividad, entrega, fidelidad absoluta y que es animado por una pasión: el amor de Dios.
La energía interior, el movimiento de corazón, alimenta toda vocación religiosa, tanto en su origen como en su crecimiento.
Benedicto XVI dice: “Todos tenéis una vocación personal que Cristo ha querido proponeros para vuestra dicha y santidad. Cuando uno se ve conquistado por el fuego de su mirada, ningún sacrificio parece ya grande para seguirle y darle lo mejor de sí mismo”.
Podemos ofrecerte unos días de silencio, escucha, discernimiento. La oración litúrgica cantada será el clima que te facilite ese encuentro que tu corazón desea, y puedas escuchar y responder a esa voz interior que te llama a algo grande que Dios ha soñado para ti.