10,1 

    Mt supone conocida la elección de los Doce, que Mc y Lc mencionan explícitamente, distinguiéndola de la misión.

 

 

 

 

 

 

10,2 

    El catálogo de los doce apóstoles, ver Mc 3,14+ y Lc 6,13+, nos ha llegado en cuatro formas, según Mt, Mc, Lc y Hch. Se divide en tres grupos de cuatro nombres, el primero de los cuales es el mismo en las cuatro formas: Pedro, Felipe y Santiago el de Alfeo. Pero el orden puede cambiar dentro de cada grupo. En el primer grupo, el de los discípulos más próximos a Jesús, Mt y Lc ponen juntos a los hermanos Pedro y Andrés, Santiago y Juan; pero en Mc y Hch, Andrés es trasladado al cuarto lugar para ceder el puesto a los dos hijos de Zebedeo que se han convertido, con Pedro, en los tres íntimos del Señor, ver Mc 5,37+. Más tarde todavía, en Hch, Santiago el de Zebedeo sérá puesto detrás de su hermano menor, Juan, que se ha hecho mas importante, ver Hch 1,13; 12,2+, y ya Lc 8,51+; 9,28. En el segundo grupo, que parece haber tenido afinidades especiales con los no judíos, Mateo pasa al último lugar en las listas de Mt y de Hch; y sólo en Mt se le llama «el publicano». En cuanto al tercer grupo, el más judaizante, el Tadeo (var.: Lebbeo) de Mt y Mc, si es el mismo que Judas (hijo) de Santiago de Lc y Hch, desciende en estos últimos del segundo al tercer puesto. Simón el Celota de Lc y Hch no es sino la traducción griega del arameo Simón Qan'ana de Mt y Mc. Judas Iscariote, el traidor, figura siempre en último lugar. Su nombre es interpretado a menudo como «hombre de Queriot», ver Jos 15,25, pero podría venir también del arameo seqarya "el mentiroso, el hipócrita".

 

 

 

 

 

 

10,6 

    Hebraísmo bíblico: el pueblo de Israel. -Los judíos, como herederos de la elección y de las promesas, deben ser los primeros en recibir el ofrecimiento de la salvación mesiánica; pero ver Hch 8,5; 13,5+.

 

 

 

 

 

 

10,12

    El saludo oriental consiste en desear la paz. Este saludo se concibe, v. 13, como algo muy concreto, que no puede ser ineficaz y que, si no puede realizarse, vuelve al que lo ha emitido.

 

 

 

 

 

 

10,14

    Frase de origen judaico. Se considera impuro el polvo de todo país que no sea la Tierra Santa, aquí de todo país que no acoge la Palabra.

 

 

 

 

 

 

10,16

    Las enseñanzas de los vv. 16-39 sobrepasan manifiestamente el horizonte de esta primera misión de los Doce y debieron de pronunciarse más tarde (véase su lugar en Mc y Lc). Mt las agrupa aquí para componer un breviario completo del misionero.

 

 

 

 

 

 

10,17

    Los pequeños sanedrines de provincia y el Gran Sanedrín de Jerusalén; ver 5,21-22.

 

 

 

 

 

 

10,23 (a)

    Om.: «y si también ... a otra».

 

 

 

 

 

 

10,23 (b) 

    La venida aquí anunciada no concierne al mundo en general, sino a Israel en particular; tuvo lugar cuando Dios vino a «visitar» a su pueblo infiel y puso fin al régimen de la antigua alianza con la ruina de Jerusalén y de su templo, el 70 d.C., ver 24,1+.

 

 

 

 

 

 

10,27 

    Jesús tuvo que trasmitir su mensaje en forma velada, porque sus oyentes no podían comprenderlo, Mc 1,34+, y él mismo no había aún consumado su obra muriendo y resucitando. Más tarde sus discípulos podrán y deberán proclamarlo todo sin temor alguno. El sentido de las mismas palabras en Lc es totalmente distinto: que los discípulos no imiten la hipocresía de los fariseos: todo lo que intentaran ocultar acabaría por saberse; que hablen, pues, abiertamente.

 

 

 

 

 

 

10,32 

    En el Juicio final, cuando el Hijo devuelva los elegidos a su Padre, ver 25,34.

 

 

 

 

 

 

10,34

    Jesús es una «señal de contradicción», Lc 2,34, que, sin querer las discordias, las provoca necesariamente por las exigencias de la elección que impone.

 

 

 

 

 

 

10,39 

    En esta frase, de forma más arcaica que en Mc y Lc, «encontrar» se ha de entender con el matiz de "ganar, obtener, procurarse", ver Gn 26,12; Os 12,9; Pr 3,13; 21,21. Véase 16,25+.

 

 

 

 

 

 

10,40 

    En estos tres versículos encontramos probablemente la estructura de la iglesia mateana. En la cúspide, la autoridad apostólica (v. 40); se describe mediante una fórmula jurídica judía para indicar la transmisión de poderes, pero que aquí se relaciona con Dios. Luego (v. 41), los que enseñan (ver 13,52 y 23,34 para más precisiones) y los testigos que han resistido heroicamente en las persecuciones (ver 13,17 y 23,29). Finalmente (v. 42) los pequeños (ver 18,10 .14).

 

 

 

 

 

 

11,1 

    Las ciudades de los judíos.

 

 

 

 

 

 

11,2 

    Var.: «dos de sus discípulos», ver Lc 7,18.

 

 

 

 

 

 

11,3 

    Sin dudar absolutamente de Jesús, Juan Bautista se extraña viéndole plasmar un tipo de Mesías tan distinto del que él esperaba, ver 3,10-12.

 

 

 

 

 

 

11,5 

Lit.: «los pobres son evangelizados», ver Mt 4,23+; Lc 1,19+. Con esta alusión a los oráculos de Isaías, Jesús muestra a Juan que sus obras inauguran ciertamente la era mesiánica, pero con maneras de bondad y salvación, no de violencia y castigo: ver Lc 4,17-21. 

 

 

 

 

 

 

11,11 

    Por el solo hecho de pertenecer al Reino, mientras que Juan, en tanto que Precursor, se ha quedado a la puerta. Esta frase contrapone dos épocas de la obra divina, dos «economías», sin minusvalorar en nada a la persona de Juan: los tiempos del Reino transcienden totalmente a los que los han precedido y preparado. 

 

 

 

 

 

 

11,12 

    Expresión diversamente interpretada. Puede tratarse: 1) de la santa violencia de los que conquistan el Reino al precio de las más duras renuncias; 2) de la equivocada violencia de los que quieren establecer el Reino por las armas (los Celotas); 3) de la tiranía de las potencias demoníacas, o de sus secuaces terrestres, que intentan conservar el imperio de este mundo y obstaculizar la expansión del Reino de Dios. Finalmente, algunos traducen: «el Reino de los Cielos se abre su camino con violencia», es decir se establece con fuerza a despecho de todos los obstáculos.

 

 

 

 

 

 

11,14 

    Juan ha venido a completar la economía de la antigua alianza sucediendo al último de los profetas, Malaquías, cuya última predicción cumple, Ml 3,23. 

 

 

 

 

 

 

11,19 

    Var.: «por sus hijos», ver Lc 7,35. Como niños enojadizos que rechazan todos los juegos que se les ofrecen (aquí los juegos de boda y de entierro) los judíos rechazan todas las insinuaciones de Dios, tanto la penitencia de Juan como la condescendencia de Jesús. Una y otra, sin embargo, se legitiman por las situaciones diferentes de Juan Bautista y de Jesús con relación a la era mesiánica: ver 9,14-15; 11,11-13. -A pesar de la mala voluntad de los hombres, el sabio designio de Dios se realiza y se justifica a sí mismo por la conducta que inspira a Juan Bautista y a Jesús. Las «obras» de este último, en particular, es decir sus milagros, v. 2, son el testimonio que convence o condena, vv. 6 y 20-24. A Jesús se le relaciona también con la Sabiduría en 11,28-30; 12,42; 23,34p; Jn 6,35+; 1 Co 1,24. -Otra exégesis no ve aquí más que un proverbio cuya aplicación a los incrédulos anuncia que su falsa sabiduría, ver v. 25, cosechará sus justos frutos, a saber, los castigos divinos, vv. 20-24.

 

 

 

 

 

 

11,21 

    Ciudades de las que las amenazas de los profetas habían hecho tipos de impiedad: Am 1,9-10; Is 23; Ez 26-28; Za 9,2-4.

 

 

 

 

 

 

11,25 

    No estando este pasaje, vv. 25-27, en estrecha conexión con el contexto en que Mt lo ha insertado (ver su lugar diferente en Lc), «estas cosas» no se refieren a lo que precede, sino que se deben entender de los «misterios del Reino», 13,11, revelados a los «pequeños», los discípulos, ver 10,42, pero ocultos a los «sabios», los fariseos y sus doctores.

 

 

 

 

 

 

11,27 

    La profesión de las relaciones íntimas con Dios, vv. 26-2 7, y la invitación a hacerse discípulo, vv. 28-30, evocan no pocos pasajes de los libros sapienciales, Pr 8,22-36; Si 24,3-9 .19-20; Sb 8,3-4; 9,9-18; etc. Jesús se atribuye así el papel de la Sabiduría, ver Mt 11,19+, pero de una manera eminente, no ya como una personificación, sino corno una persona, «el Hijo» por excelencia del «Padre», ver 4,3+. Este pasaje, de tono propio de San Juan, ver Jn 1,18; 3,11 .35; 6,46; 10,15; etc., expresa, en el fondo más primitivo de la tradición sinóptica, lo mismo que en Jn, la conciencia clara que Jesús tenía de su filiación divina. Su estructura puede haber sido influida por Si 51 en este tema de las relaciones de privilegio con Dios; ver también Ex 33,12-23.

 

 

 

 

 

 

11,28 

    Por el peso de la Ley y de las observancias farisaicas que la recargan más todavía, 23,4; ver 5,17+. 

 

 

 

 

 

 

11,29 (a) 

    «yugo de la Ley» es una metáfora frecuente entre los rabinos: ver ya So 3,9(LXX);Lm 3,27; Jr2,20; 5,5; ver Is 14,25. Si 6,24-30; 51,26-27 la explota ya en el contexto de sabiduría, con la idea de trabajo fácil y aliviador.

 

 

 

 

 

 

11,29 (b) 

    Epítetos clásicos de los «Pobres» del AT, ver So 2,3+; Dn 3,87. Jesús reivindica su actitud religiosa y se considera autorizado para hacerse su maestro de sabiduría, como estaba anunciado del Siervo, Is 61,1-2 y Lc 4,18; véase también Mt 12,18-21; 21,5. De hecho es para ellos para quienes ha pronunciado las Bienaventuranzas, Mt 5,3+, y otras muchas instrucciones de su Buena Nueva.

 

 

 

 

 

 

12,2 

    No se censura a los discípulos por recoger de paso espigas en campo ajeno (Dt 23,26 lo permitía), sino por hacerlo en sábado. Los casuistas veían en ello un «trabajo» prohibido por la Ley, Ex 34,21.

 

 

 

 

 

 

12,5 

    El sábado no suprimía sino más bien recargaba las actividades de los ministros del culto.

 

 

 

 

 

 

12,8 

    En esta ocasión y en las de las curaciones que realiza en día de sábado, Mt 12,9-14p; Lc 13,10-17; 14,1-6; Jn 5,1-18; 7,19-24; 9, Jesús afirma que ni siquiera una institución divina como la del descanso sabático tiene un valor absoluto, que debe subordinarse a la necesidad o a la caridad, y que él mismo tiene poder de interpretar con autoridad la Ley mosaica, ver 5,17+; 15,1-7p; 19,1-9p. Lo tiene en su calidad de «Hijo del hombre», jefe del Reino mesiánico, 8,20+, y encargado desde aquí abajo, 9,6, de establecer su nueva economía, 9,17+, superior a la antigua, porque «hay aquí algo mayor que el Templo». -Los rabinos admitían dispensas de la ley del sábado, pero sus escrúpulos las restringían lo más posible.

 

 

 

 

 

 

12,18 

    El término hebreo (y su traducción por los LXX) designa el Juicio o «Derecho» divino, ese derecho que regula las relaciones de Dios con los hombres y que se expresa esencialmente con la Revelación y la verdadera Religión que de ella fluye.

 

 

 

 

 

 

12,24 

    Divinidad cananea cuyo nombre significa «Baal el Príncipe» (y no «Baal del estercolero» como se ha dicho a menudo), lo cual explica que la ortodoxia monoteísta lo haya convertido en «Príncipe de los demonios». La forma «Beelzebub» (sir. y Vulg.) es un juego de palabras despectivo (ver ya 2 R 1,2s) que transforma este título en «Baal de las moscas».

 

 

 

 

 

 

12,27 

    Giro semítico que significa «vuestros secuaces».

 

 

 

 

 

 

12,32 

    El hombre tiene excusa si se equivoca respecto a la divinidad de Jesús, velada por sus humildes apariencias de «Hijo del hombre», 8,20+; pero no la tiene si cierra sus ojos y su corazón a las admirables obras del Espíritu. Negándolas, rechaza la invitación suprema que Dios le hace, y se sitúa fuera de la salvación, ver Hb 6,4-6; 10,26-31.

 

 

 

 

 

 

12,36 

    Más que puramente «ociosa», se debe entender palabra mala desprovista de fundamento, calumnia.

 

 

 

 

 

 

12,38 

    Un prodigio que exprese y justifique la autoridad que reivindica Jesús, ver Is 7,11s; Lc 1,18+; Jn 2,11+. No se dará otro signo que el de su resurrección, que será el signo decisivo cuyo anuncio hace aquí veladamente.

 

 

 

 

 

 

12,39 (a) 

    Imagen tomada de la Biblia, ver Os 1,2+.

 

 

 

 

 

 

12,39 (b) 

    En 16,4, Mt no precisa, como lo hace aquí en el v. 40, el sentido del «signo de Jonás», y Lc 11,29s lo entiende de la predicación de Jesús, que es un signo para sus contemporáneos como Jonás lo fue para los ninivitas. Por lo demás, esta segunda interpretación subyace también aquí en el v. 41. Pero es menos verosímil. No sólo la predicación ya actual de Jesús no puede anunciarse como futura, sino que además y, sobre todo, en la tradición judía Jonás era célebre por su liberación milagrosa, mucho más que por su predicación a los paganos, que más bien desagradaba. Aun en el caso de que su explicación del v. 40 sea tardía, la interpretación de Mt debe, pues, reflejar mejor que la de Lc el pensamiento de Jesús, que anuncia así de forma velada su triunfo final. Mc omite la alusión a Jonás, ver Mc 8 12+.

 

 

 

 

 

 

12,40 

    Esta frase hecha, tomada literalmente de Jon 2,1+, sólo de manera aproximada se aplica- al intervalo entre la muerte y la resurrección de Cristo.

 

 

 

 

 

 

12,43 

    Los antiguos consideraban los lugares desiertos como poblados de demonios, ver Lv 16,8+; 17,7+; Is 13,21; 34,14; Ba 4,35; Mt 8,28; Ap 18,2. Sin embargo, éstos prefieren vivir en los hombres, Mt 8,29+. 

 

 

 

 

 

 

12,46 

    Los «hermanos» (y las «hermanas») de Jesús se mencionan repetidas veces; ver 13,55; Jn 7,3; Hch 1,14; 1 Co 9,5; Ga 1,9. La palabra griega empleada (adelfós) significa en su sentido primero «hermano de sangre»; mas, al igual que la palabra hebrea o aramea correspondiente, puede significar también unas relaciones de parentesco más amplias (ver Gn 13,8; 29,15; Lv 10,4), y de modo especial a un primo hermano (1 Cro 23,22). El griego tiene otro término para significar «primo» (anepsios, ver Col 4,10 sobre el uso de este término en el NT). Pero el libro de Tobías muestra que se pueden emplear las dos palabras indistintamente refiriéndose a- la misma persona; ver 7,2: «nuestro hermano Tobit» (adelfós o anepsios, según los manuscritos). A partir de los Padres de la Iglesia, la interpretación predominante ha visto en estos «hermanos» de Jesús a «primos», en consonancia con la creencia en la virginidad perpetua de María. Por lo demás, esto es coherente con Jn 19,26-27, que deja suponer que María estaba sola a la muerte de Jesús. 

 

 

 

 

 

 

12,47 

    Algunos testigos omiten el v. 47 al considerar que el copista ha saltado del final del v. 46 al final idéntico del v. 47 («homeoteleuton»). Pero el v. 47 podría no ser más que una repetición del v. 46, basada en Mc y Lc.

 

 

 

 

 

 

12,50 

    Los lazos del parentesco carnal quedan pospuestos a los del parentesco espiritual, ver 8,21s; 10,37; 19,29.

 

 

 

 

 

 

13,1 

    Esta expresión estereotipada es una simple transición, sin valor cronológico.

 

 

 

 

 

 

13,3 

    A las dos parábolas que tiene en común con Mc, Mt añade otras cinco, poniendo así siete, ver 6,9+.

 

 

 

 

 

 

13,9 

    Adic.: «para oír». Igualmente en 11,15 y 13,43.

 

 

 

 

 

 

13,12 

    A las almas bien dispuestas se les dará, además de la antigua alianza, el perfeccionamiento de la nueva, ver 5,17 .20; a las almas mal dispuestas se les quitará hasta lo que tienen.

 

 

 

 

 

 

13,13 

    Endurecimiento voluntario y culpable que causa y explica la retirada de la gracia. Todos los relatos que preceden preparan el discurso parabólico, ilustrando este endurecimiento, 11,16-19 .20-24; 12,7 .14 .24-32 .34. 39 .45. A estos espíritus oscurecidos, a los que la plena luz sobre el carácter humilde y oculto del verdadero mesianismo no haría sino cegar más, Mc 1,34+, no les podrá dar Jesús más que una luz tamizada por los símbolos: luz a medias que también será una gracia, una invitación a pedir mejor y recibir más.

 

 

 

 

 

 

13,17 

    Los de la antigua alianza, 23,29; ver 10,41. San Pablo insiste en los largos silencios que han rodeado el «Misterio»: Rm 16,25; Ef 3,4-5; Col 1,26. Ver también 1 P 1,11-12.

 

 

 

 

 

 

13,19 

    Este extraño giro proviene de una cierta confusión en la interpretación de la parábola, que identifica a los hombres unas veces con los diversos terrenos que reciben más o menos bien la Palabra, otras con la semilla misma, de mejor o peor calidad, que produce treinta, sesenta o cien.

 

 

 

 

 

 

13,33 

    Como el grano dé mostaza y la levadura, el Reino tiene comienzos modestos, pero un grande y súbito desarrollo.

 

 

 

 

 

 

13,35 

    Varios testigos omiten: «del mundo».

 

 

 

 

 

 

13,38 

    «los hijos del Reino» y «los hijos del Maligno», semitismo con sentido de «adeptos».

 

 

 

 

 

 

13,43 

    Al Reino del Hijo (reino mesiánico) del v. 41 sucede el Reino del Padre, a quien el Hijo entrega los elegidos salvados por él. Ver Mt 25,34+(?); 1 Co 15,24.

 

 

 

 

 

 

13,44 

    El que encuentra el Reino de los Cielos debe dejarlo todo para entrar en él, ver 19,21; Lc 9,57-62. 

 

 

 

 

 

 

13,52 

    El doctor judío, hecho discípulo de Cristo, posee y administra toda la riqueza de la antigua alianza, aumentada por el perfeccionamiento de la nueva, v. 12. Este elogio del «escriba cristiano» resume todo el ideal del evangelista Mateo, y bien puede ser su discreta rúbrica. El versículo invita a los discípulos a ser también creadores de nuevas parábolas.

 

 

 

 

 

 

13,54

     Nazaret, el pueblo de su infancia, ver 2,23. 

 

 

 

 

 

 

14,3 

    Orn. (Vulg.): «Filipo», nombre que ofrecía dificultad. Este personaje no es el tetrarca de Iturea y de Traconítida, Lc 3,1; ver Mt 16,13, sino otro hijo de Herodes el Grande tenido de Mariamne II, hermanastro por tanto de Antipas, y a quien Josefo llama también Herodes. Su situación de simple particular no había podido satisfacer la ambición de su mujer Herodías, a su vez nieta de Herodes el Grande por su padre Aristóbulo y por tanto sobrina de Antipas, la cual prefirió al tío demasiado modesto el tío tetrarca de Galilea. -El crimen de Antipas consistía, más que en haberse casado con su sobrina, en habérsela quitado a su hermano vivo aún, por lo demás no sin haber él mismo repudiado a su primera mujer.

 

 

 

 

 

 

14,6 

    Se llamaba Salomé, según Josefo.

 

 

 

 

 

 

14,13 (a) 

    Mientras que Lc 9,10-17 y Jn 6,1-13 no relatan más que una multiplicación de los panes, Mt 14,13-21; 15,32-39 y Mc 6,30-44; 8,1-10 refieren dos. Se trata sin duda de un duplicado, seguramente muy antiguo, ver 16,9s, que presenta el mismo acontecimiento según dos tradiciones diferentes. La primera, más arcaica, de origen palestino, parece situar el suceso en la orilla occidental del lago (véase la nota siguiente) y habla de doce canastos, cifra de las tribus de Israel y de los apóstoles, Mc 3,14+. La segunda, que procedería de ambientes cristianos de origen pagano, sitúa el acontecimiento en la orilla oriental, pagana, del lago, ver Mt 7,31, y habla de siete espuertas, cifra de las naciones de Canaán, Hch 13,19, y de los diáconos helenistas, Hch 6,5; 21,8. Las dos tradiciones describen el suceso a la luz de precedentes veterotestamentarios, en particular la multiplicación de aceite y de pan por Eliseo, 2 R 4,1-7 .42-44, y el episodio del maná y de las codornices, Ex 16; Nm 11. Reanudando con un poder todavía superior estos repartos gratuitos de alimentos celestes, el gesto de Jesús fue entendido desde la más antigua tradición como una preparación del alimento escatológico por excelencia, la Eucaristía. Es lo que subraya la presentación literaria de los Sinópticos; comparar Mt 14,19; 15,36 y 26,26 con el discurso sobre el pan de vida de Jn 6.

 

 

 

 

 

14,13 (b) 

    Nada obliga a pensar en la orilla oriental del lago. Jesús ha podido atravesar de norte a sur y de sur a norte rodeando la costa occidental, y llegar así a «la otra orilla», v. 22, de la ensenada que forma esta costa. 

 

 

 

 

 

 

14,13 (c) 

    Siguiendo por la orilla a la barca que navegaba mar adentro.

 

 

 

 

 

 

14,22 

    El sentido de este relato, muy impregnado de la piedad del salmista, Sal 107,23-32, consiste esencialmente en presentar a Jesús ejerciendo el control divino sobre las aguas del caos, símbolos de las potencias del mal. Jesús tiene el poder de salvar a sus discípulos. La forma narrativa puede haber sido influida por los Testamentos de los 12 Patriarcas, Neftalí 6.

 

 

 

 

 

 

14,23 

    Los evangelistas, sobre todo Lucas, señalan a menudo que Jesús ora en la soledad o en la noche, Mt 14,23p; Mc 1,35; Lc 5,16, en el momento de las comidas, Mt 14,19p; 15,36p; 26,26-27p, y en acontecimientos importantes: en el Bautismo, Lc 3,21, antes de la elección de los Doce, Lc 6,12, de la enseñanza del Padrenuestro, Lc 11,1; ver Mt 6,5+, y de la confesión de Cesarea, Lc 9,18, en la Transfiguración, Lc 9,28-29, en Getsemanl, Mt 26,36-44p, en la cruz, Mt 27,46p; Lc 23,46. Ora por sus verdugos, Lc 23,34, por Pedro, Lc 22,32, por sus discípulos y los que les seguirán, Jn 17,9-24. También ruega por sí mismo, Mt 26,39p; ver Jn 17,1-5; Hb 5,7. Estas oraciones manifiestan una comunicación permanente con el Padre, Mt 11,25-27p, quien nunca le abandona, Jn 8,29, y le escucha siempre, Jn 11,22 .42; ver Mt 26,53. Con este ejemplo, así como con su enseñanza, Jesús inculca a sus discípulos la necesidad y el modo de orar, Mt 6,5+. Y ahora, en la gloria, continúa intercediendo por los suyos, Rm 8,34; Hb 7,25; 1 Jn 2,1, como lo prometió, Jn 14,16.

 

 

 

 

 

 

14,24 

    Ver Jn 6,19; var.: «en medio del mar», ver Mc 6, 47.

 

 

 

 

 

 

14,25 

    De tres a seis de la mañana.

 

 

 

 

 

 

14,28 

    Tres episodios referentes a Pedro, éste y 16 16-20 y 17,24-27, jalonan intencionadamente la parte histórica del libro de Mt, el evangelio de la Iglesia.

 

 

 

 

 

 

15,2 (a) 

    Tradición oral que, so pretexto de hacer observar la Ley escrita, la exageraba. Los rabinos la hacían remontarse, a través de los «antepasados», hasta Moisés. 

 

 

 

 

 

 

15,2 (b) 

    Lit.: «comer pan».

 

 

 

 

 

 

15,4 

    Se ha de entender: Con asistencia y servicios reales.

 

 

 

 

 

 

15,5 

    Vulg. ha entendido: «todo don que yo haga (a Dios) te será útil.»

 

 

 

 

 

 

15,6 

    Porque los bienes así dedicados (korbán) han adquirido un carácter «sagrado» que en adelante prohíbe a los padres reclamarlos. Este voto, que por lo demás era ficticio y no suponía ninguna donación verdadera, era un medio odioso de librarse de un deber sagrado. Los rabinos, aun reconociendo su carácter inmoral, consideraban válido semejante voto.

 

 

 

 

 

 

15,10 

    A propósito de la impureza de las manos, objetada por los fariseos, v. 2, Jesús considera la cuestión más general de la impureza atribuida por la Ley a algunos alimentos, Lv 11, y enseña a posponer la impureza legal a la impureza moral, la única que de verdad importa, ver Hch 10,9-16 .28; Rm 14,14s; Ef 4,29; St 3,6. 

 

 

 

 

 

 

15,22 

    La gracia finalmente concedida por Jesús a esta pagana se hace probablemente en tierra de Israel.

 

 

 

 

 

 

15,23 

    Los discípulos piden al Maestro que la despida concediéndole lo que pide; la misma palabra griega en 18,27; 27,15.

 

 

 

 

 

 

15,26 

    Jesús debe dedicarse a la salvación de los judíos, «hijos» de Dios y de las promesas, antes de ocuparse de los paganos, que a los ojos de los judíos no eran más que «perros». El carácter tradicional de esta imagen, y la forma diminutiva empleada, atenúan en labios de Jesús lo que el epíteto podía tener de despectivo.

 

 

 

 

 

 

15,31 

    Orn.: «los lisiados quedaban curados».

 

 

 

 

 

 

16,3 

    De los tiempos mesiánicos. Estos signos son los milagros que obra Jesús, ver 11,3-5; 12,28. -Om.: «Al atardecer.., tiempos».

 

 

 

 

 

 

16,12 

    Como la levadura hace fermentar la masa, 13,33, pero puede también corromperla, ver 1 Co 5,6; Ga 5,9, la doctrina falseada de los jefes judíos amenazaba con pervertir a todo el pueblo dirigido por ellos, ver 15,14.

 

 

 

 

 

 

16,13 

    Encontramos en el Pentateuco paralelos sobre la institución de un «alto funcionario».

 

 

 

 

 

 

 

16,14 

    Este título de «profeta», que Jesús sólo de manera indirecta y velada reivindica, Mt 13,57p; Lc 13,33, pero que la gente le otorga claramente, Mt 16,14p; 21,11 .46; Mc 6,15p; Lc 7,16 .39; 24,19; Jn 4,19; 9,17, tenía valor mesiánico. Pues el espíritu de profecía, extinguido desde Malaquías, debía reaparecer, según esperaba el Judaísmo, como señal de la era mesiánica, o en la persona de Elías, Mt 17,10-11p; o en forma de efusión general del Espíritu, Hch 2,17-18 .33. De hecho, muchos (falsos) profetas se presentaron en tiempo de Jesús, Mt 24,11 .24p, etc. Juan Bautista fue, sí, verdadero profeta, Mt 11,9p; 14,5; 21,26p; Lc 1,76, pero a título de precursor venido con el espíritu de Elías, Mt 11,10p .14; 17,12p; y él mismo negó (Jn 1,21+) ser "el Profeta" que había anunciado Moisés, Dt 18,15. Sólo Jesús es para la fe cristiana este Profeta, Hch 3,22-26+; Jn 6,14; 7,40. Sin embargo, habiéndose difundido el carisma profético en la Iglesia primitiva después de Pentecostés, Hch 11,27+, este título de Jesús cayó pronto en desuso ante otros títulos más específicos de la cristología.

 

 

 

 

 

 

16,16 

    A la confesión de la mesianidad de Jesús, referida por Mc y Lc, Mt añade la de la filiación divina. Ver ya 14,33 comparado con Mc 6,51s. Ver Mt 4,3+.

 

 

 

 

 

 

16,17 

    Esta expresión designa al hombre, subrayando el aspecto material limitado de su naturaleza, por oposición al mundo de los espíritus, Si 14,18; Rm 7,5+; 1 Co 15,50; Ga 1,16; Ef 6,12; Hb 2,14; ver Jn 1,13.

 

 

 

 

 

 

16,18 (a) 

    Este cambio de nombre pudo haberse producido antes, ver Jn 1,42; Mc 3,16; Lc 6,14, y Gn 17,5. El término griego Pétros no se usaba como nombre de persona antes que Jesús llamara así al jefe de los apóstoles para simbolizar su papel en la fundación de la Iglesia. Pero su correspondiente arameo Kefa  («piedra») está atestiguado por lo menos una vez en un documento de Elefantina, en 416 a. de JC.

 

 

 

 

 

 

16,18 (b) 

    El término semítico traducido por ekklesia significa «asamblea» y se encuentra con frecuencia en el AT para designar a la comunidad del pueblo elegido, especialmente en el desierto, ver Dt 4,10, etc.; Hch 7,38. Algunos círculos judíos, que se creían el Resto de Israel (Is 4,3+) de los últimos tiempos, como los Esenios de Qumrán, denominaron así a su agrupación. Al recoger este término, Mateo designa a la comunidad mesiánica, y, al usarlo paralelamente al de «Reino de los Cielos», Mt 4,17+, indica que esta comunidad escatológica comenzará ya en la tierra con una sociedad organizada, cuyo jefe instituye Jesús. Ver Hch 5,11+; 1 Co 1,2+.

 

 

 

 

 

 

16,18 (c) 

    Sobre el Hades (en hebreo el seol), designación de la mansión de los muertos, ver Num 16,33+. Aquí, sus «puertas» personificadas evocan las potencias del Mal que, tras haber arrastrado a los hombres a la muerte del pecado, los encadenan definitivamente en la muerte eterna. A imitación de su Maestro, muerto, <descendido a los infiernos>, 1 P 3,19+, y resucitado, Hch 2,27 .31, la misión de la Iglesia será la de arrancar a los elegidos al imperio de la muerte, temporal y sobre todo eterna, para hacerles entrar en el Reino de los Cielos, ver Col 1,13; 1 Co 15,26; Ap 6,8; 20,13.

 

 

 

 

 

 

16,19 

    Al igual que la Ciudad de la Muerte, también la Ciudad de Dios tiene puertas, que no dejan entrar más que a los dignos de ella: ver Mt 23,13p. Pedro recibe sus llaves. A él le corresponderá, por tanto, abrir o cerrar el acceso al Reino de los Cielos por medio de la Iglesia. -»Atar» y «desatar» son dos términos técnicos del lenguaje rabínico que primeramente se aplicaban al campo disciplinar de la excomunión a la que se «condena (atar) o de la que se «absuelve» (desatar) a alguien, y ulteriormente a las decisiones doctrinales o jurídicas, con el sentido de prohibir» (atar) o «permitir» (desatar). Pedro, como mayordomo (cuyo distintivo son las llaves, ver Is 22,22) de la Casa de Dios, ejercerá el poder disciplinar de admitir o excluir a quien le parezca bien, y administrará la comunidad por medio de todas las decisiones oportunas en materia de doctrina y de moral. Sentencia y decisiones serán ratificadas por Dios desde lo alto de los cielos. -La exégesis católica sostiene que estas promesas eternas no valen sólo para la persona de Pedro, sino también para sus sucesores y, si bien esta consecuencia no está explícitamente indicada en el texto, es, sin embargo, legítima, si se atiende a la intención manifiesta que tiene Jesús de proveer al futuro de su Iglesia con una institución que no puede desaparecer con la muerte de Pedro. -Dos textos más, Lc 22,31s y Jn 21,15s, subrayarán que el primado de Pedro se ha de ejercer especialmente en el orden de la fe, y que aquel le hace cabeza, no sólo de la Iglesia futura, sino ya ahora de los demás apóstoles.

 

 

 

 

 

 

16,20 

    Vulg.: «Jesucristo».

 

 

 

 

 

 

16,21 

    Después del momento crucial en el que los discípulos hacen la primera profesión de fe expresa en la mesianidad de Jesús, el evangelio introduce el primer anuncio de su Pasión: al papel glorioso del Mesías une el papel doloroso del Siervo doliente. Esta disposición de tradiciones, después de la cual viene la Transfiguración, seguida de una consigna de silencio y un anuncio similares, 17,1-12, prepara la fe de los discípulos para la crisis próxima de la muerte y la Resurrección de Jesús.

 

 

 

 

 

 

16,23 

    Pedro, al pretender atravesarse en el camino que debe seguir el Mesías, le sirve de «escándalo» (es decir, «tropiezo», sentido originario del griego skándalon) y se convierte en secuaz, aunque inconsciente, del mismo Satán, ver 4,1-10.

 

 

 

 

 

 

16,25 

    Este logion de forma paradójica, y los que le siguen, juegan con dos etapas de la vida humana: la presente y la futura. El griego psyjé, equivalente aquí del hebreo nefes, combina los tres sentidos de vida, alma, persona. Ver Gn 2,7+; Dt 6,5.

 

 

 

 

 

 

16,27 

    «su conducta»; var.: «sus obras».

 

 

 

 

 

 

17,1 (a) 

    Según la presentación de Mt, diferente de las de Mc 9,2+ y Lc 9,28+, Jesús transfigurado aparece sobre todo como un nuevo Moisés, ver 4,1+, que se encuentra con Dios en un nuevo Sinaí en medio de la nube, v. 5; Ex 24,15-18, -el rostro luminoso, v. 2; Ex 34,29-35; ver 2 Co 3,7-4,6, asistido de dos personajes del AT que recibieron revelaciones en el Sinaí, Ex 19, 33-34; 1 R 19,9-13, y personifican a la Ley y los Profetas a los que Jesús viene a dar cumplimiento, Mt 5,17. La voz celeste ordena que se le escuche como al nuevo Moisés, Dt 18,15; ver Hch 3,20-26, y los discípulos se postran en reverencia al Maestro, ver Mt 28,17. Al terminar la aparición, queda sólo <él>, v. 8, porque él solo basta como doctor de la Ley perfecta y definitiva. Su gloria, por lo demás, no es sino transitoria, porque él es también el «Siervo», v. 5; Is 42,1; ver Mt 3,16s+, que debe sufrir y morir, 16,21; 17,22-23, lo mismo que su Precursor, vv. 9-13, antes de entrar definitivamente en la gloria por la Resurrección.

 

 

 

 

 

 

17,1 (b) 

    El Tabor, según la opinión tradicional. Según algunos, el gran Hermón, o el Carmelo, pero es sobre todo un monte simbólico de la revelación escatológica, un nuevo Sinaí.

 

 

 

 

 

 

17,2 

    Var.: <como la nieve>, ver 28,3.

 

 

 

 

 

 

17,4 

    Vulg.: «hagamos», ver Mc y Lc.

 

 

 

 

 

 

17,10 

    Después de haber visto al Mesías ya venido, 16,16, y en su gloria, 17,1-7, los discípulos se maravillan de que Elías no haya desempeñado el papel de Precursor que Malaquías le asignaba. Lo ha desempeñado, responde Jesús, pero en la persona de Juan Bautista, a quien no se le ha reconocido. Ver Lc 1,17+. 

 

 

 

 

 

 

17,20 (a) 

    Var.: «falta de fe».

 

 

 

 

 

 

 

17,20 (b) 

    Adic. v. 21: «Esta clase (de demonios), sólo se la expulsa con la oración y el ayuno», ver Mc 9,29.

 

 

 

 

 

 

17,24 

    Tributo anual y personal para las necesidades del Templo.

 

 

 

 

 

 

17,25 

    Es decir, «de sus súbditos», ver 13,38. Pero Jesús juega con la metáfora semítica de «hijo» para designarse a sí mismo, el Hijo, ver 3,17; 17,5 y 10,32s; 11,25-27, etc., y consigo a los discípulos que son sus hermanos, 12,50, e hijos del mismo Padre, 5,45, etc. Ver Mt 4,3+.

 

 

 

 

 

 

18,5 

    Es decir, un hombre que se ha hecho niño por la sencillez, ver v. 4.

 

 

 

 

 

 

18,8 (a) 

    Lit.: «un escándalo», según la acepción primera del término griego («ocasión de caída», ver 16,23+) que no evoca el término español. Por asociación verbal con esta palabra han venido a insertarse aquí, y no sin romper el contexto, los vr. 8-9 (ya utilizados en 5,29-30).

 

 

 

 

 

 

18,8 (b) 

    La vida eterna.

 

 

 

 

 

 

18,9 

    Hebr. Ge-Hinnom, nombre de un valle de Jerusalén, profanado antiguamente por sacrificios de niños, Lv 18 21+, designó más tarde el lugar maldito, reservado para el castigo de los malos, nuestro «infierno». 

 

 

 

 

 

 

18,10 (a)

    Expresión bíblica que designa la presencia de los cortesanos ante su soberano, ver 2 S 14,24; 2 R 25,19; Tb 12,15. Así pues, el acento se pone aquí, más que en la contemplación de los ángeles, ver Sal 11,7+, en la asiduidad y la familiaridad de su trato con Dios. 

 

 

 

 

 

 

18,10 (b) 

    Adic. v. 11: «Pues el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido», ver Lc 19,10. 

 

 

 

 

 

 

18,15 

    La precisión «contra ti», añadida por numerosos testigos, parece que se debe rechazar. Se trata de una falta grave y pública que no se ha hecho necesariamente al que la corrige. El caso del v. 21 es distinto. 

 

 

 

 

 

 

18,17 (a) 

    La ekklesía, es decir, la asamblea de los hermanos. Ver 16,18+.

 

 

 

 

 

 

18,17 (b) 

    Personas «impuras» con las que los judíos piadosos no podían tratar, ver 5,46+ y 9,10+. Véase la excomunión de 1 Co 5,11+.

 

 

 

 

 

 

18,18 

    Extensión a los ministros de la Iglesia (a los que en primer lugar se dirige todo este discurso) de uno de los poderes conferidos a Pedro.

 

 

 

 

 

 

18,21 

    A ejemplo de Dios y de Jesús, Lc 23,34+, y como lo hacían ya entre sí los israelitas, Lv 19,18-19; ver Ex 21,25+, los cristianos deben perdonarse mutuamente, 5,39; 6,12p (ver 7,2); 2 Co 2,7; Ef 4,32; Col 3,13, pero «el prójimo» se extiende a todo hombre, incluidos aquellos a los que hay que devolver bien por mal, 5,44-45; Rm 12,17-21; 1 Ts 5,15; 1 P 3,9; ver Ex 21,25+; Sal 5,11+. Así el amor cubre multitud de pecados, Pr 10,12 citado por St 5,20; 1 P 4,8.

 

 

 

 

 

 

18,22 

    Otros entienden «hasta setenta y siete veces». Ver 6,9+.

 

 

 

 

 

 

18,24 

    Unos cincuenta millones de pesetas oro: suma escogida a propósito como exorbitante.

 

 

 

 

 

 

18,28 

    Unas ochenta pesetas oro

 

 

 

 

 

 

19,6 

    Afirmación categórica de la indisolubilidad del vínculo conyugal.

 

 

 

 

 

 

19,9 

    Dada la forma absoluta de los paralelos, Mc 10,11s; Lc 16,18 y 1 Co 7,10s, es poco verosímil que los tres hayan suprimido una cláusula restrictiva de Jesús, y más probable, en cambio, que uno de los últimos redactores del primer evangelio la haya añadido para responder a una determinada problemática rabínica (discusión entre Hillel y Sammai sobre los motivos que legitiman el divorcio), por lo demás evocada por el contexto, v. 3, que podía preocupar al medio judeo-cristiano para el que escribía. Tendríamos, pues, aquí una decisión eclesiástica de alcance local y temporal, como lo fue la del Decreto de Jerusalén concerniente a la región de Antioquía, Hch 15,23-29. El sentido de porneia orienta la investigación en la misma dirección. Algunos quieren ver en este término la fornicación en el matrimonio, es decir, el adulterio, y encuentran aquí la dispensa para divorciarse en tal caso; así las iglesias ortodoxas y protestantes. Pero en este sentido se habría esperado otro término, moijeia. En cambio, porneia, en el contexto, parece tener el sentido técnico de la zenut o «prostitución» de los escritos rabínicos, dicha de toda unión convertida en incestuosa por un grado de parentesco prohibido según la Ley, Lv,18. Uniones de éstas, contraídas legalmente entre paganos o toleradas por los mismos judíos entre los prosélitos, debieron de causar dificultades, cuando estas personas se convertían, en medios judeo-cristianos legalistas como el de Mt; de ahí la consigna de disolver semejantes uniones irregulares que en definitiva no eran sino matrimonios nulos. -Otra solución considera que la licencia concedida por la cláusula restrictiva no sea la del divorcio, sino la de la «separación» sin nuevo matrimonio. Tal institución era desconocida del Judaísmo, pero las exigencias de Jesús han dado lugar a más de una solución nueva, y ésta concretamente la supone ya claramente San Pablo en 1 Co 7,11.

 

 

 

 

 

 

19,12 

    Jesús invita a la continencia perpetua a los que quieran consagrarse exclusivamente al Reino de los Cielos.

 

 

 

 

 

 

19,16 

    Var.: «Maestro bueno», ver Mc y Lc.

 

 

 

 

 

 

19,17 

    Es decir, Dios, como precisan Mc y Lc, y aquí Vulg. -Otra lectura, tomada de Mc y Lc: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.»

 

 

 

 

 

 

19,20 

    Adíe.: «desde mi juventud», ver Mc y Lc.

 

 

 

 

 

 

19,21 

    Jesús no instituye aquí una categoría de «perfectos», superiores a los cristianos corrientes. La «perfección» que se contempla aquí es la de la economía nueva, que supera a la antigua dándole cumplimiento, ver 5,17+. Todos son por igual llamados a ella, ver 5,48. Mas, para establecer el Reino, Jesús necesita colaboradores especialmente disponibles; a ellos es a quienes pide la renuncia radical a las preocupaciones de la familia, 18,12, y de las riquezas, 8,19-20.

 

 

 

 

 

 

19,28 (a) 

    Se trata de la renovación mesiánica que se manifestará al fin del mundo, pero que comenzará ya, de un modo espiritual, con la Resurrección de Cristo y su Reino en la Iglesia. Ver Hch 3,21+.

 

 

 

 

 

 

19,28 (b) 

    En sentido bíblico: para «gobernar». Las «doce tribus» designan al nuevo Israel, la Iglesia.

 

 

 

 

 

 

19,29 

    Adic.: «mujer».

 

 

 

 

 

 

20 

    Contratando hasta la tarde a obreros sin trabajo y dándoles a todos el jornal completo, el dueño de la viña da pruebas de una bondad que sobrepasa la justicia, sin lesionarla por lo demás. Así es Dios, que admite en su Reino a los que han llegado tarde, como los pecadores y paganos. Los llamados a primera hora (los judíos beneficiarios de la alianza desde Abrahán) no deben escandalizarse por ello.

 

 

 

 

 

 

20,16 

    Adic: «Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos», sin duda tomado de 22,14.

 

 

 

 

 

 

20,21 

    Los apóstoles esperan una manifestación inmediata y gloriosa del Reino de Cristo, que de hecho será diferida hasta su segundo advenimiento, ver Mt 4,17+; Hch 1,6+.

 

 

 

 

 

 

20,22 

    Metáfora bíblica, ver Is 51,17+, que aquí designa la Pasión cercana. 

 

 

 

 

 

 

20,23 (a) 

    Herodes Agripa hizo morir a Santiago, hijo de Zebedeo, hacia el año 44, Hch 12,2. Su hermano Juan, aunque no sufrió el martirio, no estuvo menos estrechamente asociado a los sufrimientos del Maestro. 

 

 

 

 

 

 

20,23 (b) 

    La misión de Cristo en la tierra no es la de repartir mercedes a los hombres, sino la de sufrir para salvarlos, ver Jn 3,17; 12,47.

 

 

 

 

 

 

20,28 (a) 

    Los pecados de los hombres arrastran una deuda ante la Justicia divina, la pena de muerte exigida por la Ley, ver 1 Co 15,56; 2 Co 3,7 .9; Ga 3,13; Rm 8,3-4 (y las notas). Para librarles de esta esclavitud del pecado y de la muerte, Rm 3,24+, Jesús pagará el rescate y saldará la deuda dando el precio de su sangre, 1 Co 6,20; 7,23; Ga 3,13; 4,5 (y las notas), es decir, muriendo en lugar de los culpables, como estaba anunciado del <Siervo de Yahvé>, Is 53. El término semítico traducido por «muchos», Is 53,11s, contrapone el gran número de los rescatados al único Redentor, sin querer decir que tal número sea limitado, Rm 5,6-21. Ver 26,28+.

 

 

 

 

 

 

20,28 (b) 

    Algunos testigos añaden aquí un pasaje que sin duda procede de algún evangelio apócrifo: «Mas vosotros tratáis de haceros de pequeños grandes, y de grandes os hacéis pequeños. Cuando vayáis a un banquete al que se os ha invitado, no ocupéis los puestos de honor, no sea que llegue uno más digno que tú, y acercándose el presidente del banquete te diga: Ponte más abajo, y quedes avergonzado. Mas si ocupas el puesto inferior y llega uno menos digno que tú, el presidente del banquete te dirá: Ponte más arriba, y ello te resultará beneficioso.» Ver Lc 14,8-10.

 

 

 

 

 

 

21,5 

    Este modesto aparato del Rey mesiánico debía manifestar, en el pensamiento del profeta, el carácter humilde y pacifico de su reino. Mateo aplica esta profecía a Jesús, Mesías humilde.

 

 

 

 

 

 

21,9 

    Término hebreo (en sentido primitivo: «Salva, pues») convertido en aclamación, ver Sal 118,26+.

 

 

 

 

 

 

21,12 

    Proporcionaban a los peregrinos las monedas y víctimas requeridas para las ofrendas. Pero este uso legítimo daba lugar a abusos.

 

 

 

 

 

 

21,19 

    «No era tiempo de higos», dice Mc. Jesús quiere realizar un gesto simbólico, como hicieron los profetas, ver Jr 18,1+, para poner en guardia a Israel desobediente; ver Jr 8,13.

 

 

 

 

 

 

21,23 

    Los actos insólitos que Jesús acaba de permitirse en el mismo Templo: triunfo mesiánico, expulsión de los traficantes, curaciones milagrosas.

 

 

 

 

 

 

21,32 

    Expresión bíblica: Juan practicaba y predicaba esa conformidad con la voluntad de Dios que hace «justo» al hombre.

 

 

 

 

 

 

21,33 

    Diríase mejor una «alegoría», porque cada rasgo tiene su significación: el propietario es Dios; la viña, el pueblo elegido, Israel, ver Is 5+; los siervos, los profetas; el hijo, Jesús, muerto fuera de las murallas de Jerusalén; los viñadores homicidas, los judíos infieles; el otro pueblo al que se le confiará la viña, los gentiles y los judíos creyentes.

 

 

 

 

 

 

21,44 

    Este v. falta en los mss occidentales, quizá porque los copistas veían en él una repetición de Lc 20,18. Pero hay que mantenerlo, porque explicita más la alusión a Dn 2,34s .44s.