17,3 

    Parece que Lucas tiene presente una ofensa entre dos hermanos, mientras que en Mt se trata de una falta más general. Lucas omite el recurso a la comunidad.

 

 

 

 

 

 

17,5 

    Este conjunto sigue un razonamiento a fortiori. Si, con la poca fe que lamentáis, podéis conseguir lo impensable, con cuanta mayor razón podréis cumplir vuestra tarea de simples servidores, encontrando en ello toda vuestra satisfacción sin exigir garantías especiales del Señor.

 

 

 

 

 

 

17,6 

    Lc piensa no en la fe ideal que se debería tener (como en Mt y Mc), sino en la que realmente tienen los apóstoles.

 

 

 

 

 

 

17,8 

    Comparar con esta regla humana la paradoja evangélica, 12,37; 22,27; Jn 13,1-16.

 

 

 

 

 

 

17,9 

    La pregunta de Jesús permanece abierta, creando una ambigüedad que hace adivinar mucho más que un derecho al reconocimiento del Señor: su benevolencia ¿no se obtendría hasta no haber terminado la tarea? ¿o la acompaña desde el comienzo?

 

 

 

 

 

 

17,10 

    Mejor que «siervos inútiles»; el adjetivo califica la situación de los siervos y no sus disposiciones morales; ver 2 S 6,22 LXX.

 

 

 

 

 

 

17,11 

    Para llegar al valle del Jordán y bajar hasta Jericó, 18,35, desde donde subirá a Jerusalén.

 

 

 

 

 

 

17,21 

    Como una realidad ya operante. También se traduce: «dentro de vosotros», lo que no parece estar directamente indicado en el contexto.

 

 

 

 

 

 

17,22 (a) 

    Este discurso es propio de Lc, que ha distinguido claramente en las predicciones de Jesús entre lo que se refiere a la ruina de Jerusalén, 21,6-24, y lo que concierne al retorno glorioso de Jesús al fin de los tiempos, 17,22-37. -Algunos pasajes de este discurso se encuentran en el gran discurso escatológico de Mt 24,5-41, que ha combinado, aquí como en otras ocasiones, ver Lc 10,1+; 11,39+, dos fuentes que Lc ha mantenido separadas, ver Mt 24,1+. -«Día» es más bíblico («Día de Yahvé», ver Am 5,18+) que el término de Mt 24,3, «Parusía» (venida) que ha sido tomado del vocabulario helenístico. Ver 1 Ço 1,8+.

 

 

 

 

 

 

17,22 (b) 

    Los discípulos desearán no volver a ver uno de los días de su existencia terrestre, o contemplar el primer día de su manifestación gloriosa, sino gozar de uno solo de los días que la seguirán.

 

 

 

 

 

 

17,26 

    En la época de su manifestación gloriosa.

 

 

 

 

 

 

17,35 

    Adic. v. 36: «Estarán dos en el campo: al uno tomarán y al otro dejarán», ver.

 

 

 

 

 

 

 

18,1 

    Idea y vocabulario paulinos: ver Rm 1,10; 12,12; 1 Ts 5,17+.

 

 

 

 

 

 

18,7 

    En Si 35,18-19, donde parece inspirarse este versículo, se dice que Dios no tendrá paciencia ni tardará en hacer justicia a los pobres oprimidos; aquí se dice que tiene paciencia. Quizá esta adaptación refleje el afán de explicar el retraso de la Parusía. Comparar una actitud análoga en 2 P 3,9; Ap 6,9-11.

 

 

 

 

 

 

18,15 

    Lucas se une aquí al relato de Mc, del que se separó en 9,50. Ver 9,51+.

 

 

 

 

 

 

18,30 

    Adic.: «en recompensa».

 

 

 

 

 

 

18,31 

    Lucas afirma en diversas ocasiones que la Pasión fue predicha por los profetas: Lc 24,25 .27 .44; Hch 2,23+; 3,18 .24+; 8,32-35; 13,27; 26,22s.

 

 

 

 

 

 

19,8 

    La ley judía, Ex 21,37, preveía la restitución cuádruple en un solo caso; la ley romana la imponía para todos los furta manifesta. Zaqueo extiende esta obligación para sí a todas las injusticias que haya podido ocasionar.

 

 

 

 

 

 

19,9 

    A pesar de la despreciada profesión que ejerce. No hay estado que sea incompatible con la «salvación», ver 3,12-14. -La que confería a los judíos sus privilegios, era la cualidad de «hijos de Abrahán», ver 3,8; Rm 4,11s; Ga 3,7s.

 

 

 

 

 

 

 

19,11 

    A pesar de las considerables divergencias que separan a la parábola de las minas de la de los talentos, Mt 25,14-30, la mayoría de los exegetas convienen en su identidad; cada evangelista habría modificado y desarrollado libremente el tema inicial. Parece además que se deben distinguir en Lucas dos parábolas fundidas en una sola, la de las minas, vv. 12-13 .15-26, y la del pretendiente a la realeza, vv. 12 .14 .17 .19 .27.

 

 

 

 

 

 

19,12 

    Probablemente alusión al viaje que hizo Arquelao a Roma el 4 a.C. para conseguir la confirmación en su favor del testamento de Herodes el Grande. Le habían seguido algunos judíos, para hacer fracasar sus gestiones, ver v. 14.

 

 

 

 

 

 

19,42 

    Se trata de la paz mesiánica, ver Is 11 6+; Os 2,20+.

 

 

 

 

 

 

19,44 

    Este oráculo, tejido todo él de reminiscencias bíblicas (perceptibles, sobre todo, en el texto griego, v. 43: ver Is 29,3; 37,33; Jr 52,4-5; Ez 4,1-3; 21,27 (22); v. 44: Os 10,14; 14,1; Na 3,10; Sal 137,9) evoca la ruina de Jerusalén del 587 a.C. tanto o más que la del 70 d.C. de la que no describe ninguno de los rasgos característicos. No se puede, pues, concluir de este texto que ésta segunda haya ocurrido ya. Ver 17,22+; 21,20+.

 

 

 

 

 

 

20,1 

    Desde 20,1 hasta 21,5, Lucas sigue muy de cerca a Mc. Omite la acción simbólica de la higuera que se secó, Mc 11,12-14 .20-25, a la que ha sustituido con la parábola de la higuera estéril, Lc 13,6-9; omite también la discusión sobre el primer mandamiento, Mc 12,28- 34, que ya había tomado de otra fuente, Lc 10,25-28.

 

 

 

 

 

 

20,34 

    Semitismo: los que pertenecen a este mundo.

 

 

 

 

 

 

20,35 

    Aquí solamente se trata de la resurrección de los justos.

 

 

 

 

 

 

20,36 (a) 

    Var.: «ni van ya a».

 

 

 

 

 

20,36 (b) 

    Semitismo: resucitados.

 

 

 

 

 

 

20,39 

    Los escribas, en su mayor parte fariseos, creían en la resurrección de los muertos, ver Hch 23,6-9.

 

 

 

 

 

 

21,5 

    En 17,22-37, Lucas, siguiendo una de sus fuentes, había tratado del retorno glorioso de Jesús al fin de los tiempos. Aquí, como Mc al que sigue y combina con alguna otra fuente, trata de la ruina de Jerusalén, sin mezclar en ello el fin del mundo como lo hace Mt, ver Mt 24+; Lc 19,44+.

 

 

 

 

 

 

21,15 

    Le atribuye aquí a Jesús la iniciativa que Mt 10,20; Mc 13,11; Lc 12,12 reservan el Espíritu del Padre (Mt) o al Espíritu Santo (Mc y Lc). Ver Hch 6,10; Jn 16,13-15.

 

 

 

 

 

 

21,20 

    Como en 19,43-44, las expresiones son bíblicas y en nada se parecen a una descripción hecha después del acontecimiento.

 

 

 

 

 

 

21,22 

    Quizá alusión a Dn 9,26s.

 

 

 

 

 

 

21,24 

    Ver los setenta años de Jr 25,11; 29,10; 2 Cro 36,20-21; Dn 9,1-2, repetido en la profecía de las setenta semanas de años de Dn 9,24-27, cifras simbólicas y misteriosas del tiempo concedido por Dios a las naciones paganas para castigar a Israel culpable, después de lo cual éste verá su liberación.

 

 

 

 

 

 

21,28 

    0: «redención», término paulino, ver Rm 3,24+.

 

 

 

 

 

 

21,31 

    No en su fase inicial, ya inaugurada, 17,21, sino en su fase de desarrollo y de conquista, que se iniciará con la ruina de Jerusalén. Ver 9,27p.

 

 

 

 

 

 

21,35 

    Var.: «porque como un lazo vendrá».

 

 

 

 

 

21,38 

    El contacto literario con Jn 8,1-2 es evidente. La perícopa de la mujer adúltera, Jn 7,53 - 8,11, que tantas razones invitan a atribuir a Lucas, tendría aquí un excelente contexto.

 

 

 

 

 

 

22 

    En todo el relato de la Pasión, Lc depende de Mc mucho menos que en lo que precede. En cambio, tiene numerosos puntos de contacto con Jn; ambos, sin duda, disponen de una fuente común.

 

 

 

 

 

 

22,2 

    Lucas no refiere la unción de Betania; en 7,36-50 ha ofrecido ya un hecho de la misma clase.

 

 

 

 

 

 

 

22,4 

    Oficiales de la policía del Templo reclutados entre los levitas. Ver Hch 4,1.

 

 

 

 

 

 

22,15 

    Lucas adopta la práctica helenística de un banquete de despedida del Maestro con sus discípulos. Las palabras pronunciadas por Jesús en la Cena adquieren en Lc mayor importancia que en Mt y Mc; las pláticas de Jn 13,31-17,26 serán más desarrolladas aún. Parece como si Lucas hubiera elaborado estos discursos teniendo presentes las asambleas eucarísticas primitivas. 

 

 

 

 

 

 

22,16 

    Hallará su cumplimiento de una manera inicial con la institución de la Eucaristía, centro de la vida espiritual del Reino fundado por Jesús, y de una manera total y sin velos al fin de los tiempos.

 

 

 

 

 

 

22,17 

    Lucas ha distinguido la Pascua y la copa de los vv. 15-18 del Pan y de la Copa de los vv. 19-20, para establecer un paralelo entre el rito antiguo de la Pascua judía y el rito nuevo de la Eucaristía cristiana. Por no haber entendido esta elaboración teológica, y extrañados por hallar dos copas, algunos testigos antiguos han omitido el v. 20 e incluso el final del v. 19 (a partir de «que se entrega por vosotros»).

 

 

 

 

 

 

22,19 

    Obsérvese la afinidad del texto de Lucas con el de Pablo.

 

 

 

 

 

 

22,20 

    Puede entenderse: «que va a ser entregada, derramada» o «que ha de ser entregada, derramada». 

 

 

 

 

 

22,24 

    Lucas traslada aquí, en forma por lo demás bastante diferente, palabras que Mt Mc ponen después de la petición de los hijos de Zebedeo, Mt 20,25-28; Mc 10,42-45. En su nuevo contexto, estas enseñanzas de Jesús aclaran las cuestiones de precedencia y de servicio de mesas que sin duda se planteaban en las asambleas litúrgicas primitivas, ver Hch 6,1; 1 Co 11,17-19; St 2,2-4.

 

 

 

 

 

 

22,31 

    Adic.: «Y el Señor dijo.»

 

 

 

 

 

 

22,32 

    Esta sentencia confiere a Pedro, en relación con los demás apóstoles, una función directiva en la fe. Su primado dentro mismo del colegio apostólico se afirma aquí con mayor claridad que en Mt 16,17-19, donde podía ser considerado simplemente como el portavoz y representante de los Doce. Ver también Jn 21,15-17, donde los «corderos» u «ovejas» que debe apacentar parecen incluir ciertamente a «éstos», sus compañeros apostólicos a los que supera en amor.

 

 

 

 

 

 

22,36 

    Una bolsa para comprar y una alforja para guardar los víveres que en adelante ya no se darán libremente a los discípulos; una espada para protegerse en un mundo que se ha hecho hostil.

 

 

 

 

 

 

22,41 

    La oración se hacía normalmente de pie, ver 1 R 8,22; Mt 6,5; Lc 18,11, pero también de rodillas cuando llegaba a ser más intensa o más humilde, ver Sal 95,6; Is 45,23; Dn 6,11; Hch 7,60; 9,40; 20,36; 21,5.

 

 

 

 

 

 

22,44 

    Aunque omitidos por algunos buenos testigos, deben mantenerse los vv. 43-44. Presentes desde el siglo II en numerosos testigos, tienen el estilo y las maneras de Lucas. Su omisión se explica por el afán de evitar una humillación de Jesús considerada demasiado humana.

 

 

 

 

 

 

22,54 

    En Mt la turba se apodera de Jesús en cuanto Judas le besa; sigue el episodio de la oreja cortada; el discurso de Jesús viene en último lugar. Lo mismo en Mc. El orden de Lc, en el que el arresto sigue al discurso de Jesús, subraya el dominio de Jesús sobre el acontecimiento. Ver en este sentido Jn 10,18+; 18,4-6.

 

 

 

 

 

 

22,63 

    Situándolos durante la espera nocturna, antes de la sesión del Sanedrín y no después de ella como en Mt y Mc, los ultrajes en Lc no son cosa de los sanedritas, sino de sus lacayos. Además, a diferencia también de Mt 26,68; Mc 14,65 (ver las notas), Jesús tiene el rostro cubierto con un velo, de modo que los ultrajes resultan un juego de adivinación, muy conocido en el mundo antiguo y aun en todos los tiempos. Sobre estos detalles el relato de Lc tiene sin duda más verosimilitud que los de Mt y Mc.

 

 

 

 

 

 

 

22,66 (a) 

    En lugar de las dos comparecencias de Mt y Mc, Lc sólo trae una, por la mañana y, sin duda, en el edificio del «Tribunal», cerca del Templo. Ver Mt 26,57+.

 

 

 

 

 

 

22,66 (b) 

    «Ancianos» no designa aquí a uno de los tres elementos del Sanedrín (los ancianos), sino al Sanedrín entero, del que Lc indica los dos elementos más importantes (sumos sacerdotes y escribas).

 

 

 

 

 

 

22,66 (c) 

    Mejor que a las personas que componían el Sanedrín, este término debe designar aquí el local oficial de sus reuniones. Este local se encontraba, en parte al menos, en la explanada de Templo, en su zona suroeste. Sólo abría sus puertas al amanecer, como lo supone el v. 66.

 

 

 

 

 

 

22,69 

    Lc evita el «veréis» de Mt y Mc, así como la alusión a Dn. Quizá haya querido soslayar la espera de una Parusía próxima a la que podían dar ocasión estas palabras mal entendidas.

 

 

 

 

 

 

22,70 

    Lc distingue mejor que Mt Mc los dos títulos de «Cristo», v. 67, e «Hijo de Dios», v. 70; comparar Jn 10,24-39.

 

 

 

 

 

 

22,71 

    Lc no habla de los falsos testimonios (pero ver Hch 6,11-14) ni de la sentencia de muerte explícita. Parece cierto que depende de alguna fuente distinta a la de Mc Mt.

 

 

 

 

 

 

23,2 

    El relato de Lc, más detallado, más dramático que Mc y Mt, preludia la larga escena de Jn.

 

 

 

 

 

 

23,8 

    Se trata, por supuesto, de Antipas, hijo de Herodes el Grande y tetrarca de Galilea; ver 3,1+. Nada tiene de extraño este tipo de consulta a tercera persona por un magistrado romano. No se ha podido inventar la escena partiendo de Sal 2,1-2, como algunos críticos pretenden; este texto es demasiado vago; lo que sí exige un caso real es más bien su aplicación acomodaticia en Hch 4,27.

 

 

 

 

 

 

 

23,11 

    Vestido de gala, como el que llevaban los príncipes. Herodes quiere mofarse de las pretensiones de Jesús a la realeza. v. 3.

 

 

 

 

 

 

23,16 

    Adic. v. 17: «Y debía soltarles uno cada Fiesta», que parece glosa explicativa, ver Mt 27,15p.

 

 

 

 

 

 

 

23,22 (a) 

    Lucas, como Jn, insiste en el «deseo (de Pilato) de soltar a Jesús», y menciona por tres veces la declaración de inocencia de Jesús hecha por el procurador, ver Jn 18,38; 19,4 .6.

 

 

 

 

 

 

23,22 (b) 

    Ver v. 16. Lc no concreta este castigo, que responde a la flagelación de Mt 27,27-31 p. A diferencia de Mt y Mc, ve en ello, como Jn, un castigo preventivo anterior a la sentencia y cuya finalidad era evitarla.

 

 

 

 

 

 

23,27 

    Conforme a un uso, mencionado por el Talmud, algunas mujeres distinguidas de Jerusalén preparaban brebajes calmantes y se los llevaban a los condenados. 

 

 

 

 

 

23,31 

    Si se quema el leño verde, que no se debería quemar (alusión al suplicio de Jesús), ¿qué no se hará con el leño seco (los verdaderos culpables)?

 

 

 

 

 

 

23,33 

    La comparación con Mc y Mt muestra cómo ha sabido Lucas hacer que sobre el Calvario pasara una brisa de humanidad: su muchedumbre es más curiosa que hostil, vv. 27.35.48, y finalmente se arrepiente, v. 48; Jesús no pronuncia las palabras de aparente desesperación: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»; sigue ejerciendo hasta el fin su ministerio de perdón, vv. 34.39-43; expira «poniendo su espíritu en las manos» del «Padre».

 

 

 

 

 

 

23,34 (a) 

    Este v. se debe mantener, a pesar de su omisión por buenos testigos.

 

 

 

 

 

 

23,34 (b) 

    Estas palabras de Jesús recuerdan Is 53,12. Idéntica apreciación de las causas de su muerte reaparecerá en Hch 3,17; 13,27; 1 Co 2,8. Esteban orará con el mismo espíritu, Hch 7,60, siguiendo el ejemplo legado por el Maestro a todos sus discípulos, 1 P 2,23; ver Mt 18,21-22+.

 

 

 

 

 

 

23,39 

    El mal ladrón interpela a Jesús como «Cristo», v. 39; el buen ladrón le reconoce como «Rey», v. 42: son los dos títulos, religioso y político, en torno a los cuales ha girado todo el proceso de Jesús, ante los Judíos primeramente, y ante Pilato después.

 

 

 

 

 

 

23,42 

«con (es decir, en posesión de) tu Reino». -Var.: «cuando vengas en tu Reino», es decir, para inaugurarlo.

 

 

 

 

 

 

23,44 

    Prodigios cósmicos característicos del «Día de Yahvé», ver Mt 27,51+.

 

 

 

 

 

 

23,54 

    0 quizá, «brillaba». En este caso habría en ello una alusión a la costumbre judía de encender lámparas al comienzo del sábado (al caer la noche).

 

 

 

 

 

 

24,6 

    Lucas, que no quería hablar de apariciones en Galilea, modifica Mc 16,7, como había omitido Mc 14,28.

 

 

 

 

 

 

24,12 

    A pesar de su omisión por algunos testigos, debe mantenerse este versículo. De estilo lucano a la vez que joánico, representa una tradición común al tercer y cuarto evangelios. Lc 24,24 se hace eco, y deja entender que Pedro no estuvo solo en esta carrera.

 

 

 

 

 

 

24,13 

    Var. menos apoyada: «ciento sesenta». -Se discute la identificación de este pueblo. El relato que sigue se distingue de otros que narran las apariciones del Resucitado y es afín a la historia de Felipe y el eunuco, Hch 8,26-40: en ambos casos la perplejidad inicial queda resuelta por la instrucción y cada relato concluye con una acción sacramental.

 

 

 

 

 

 

24,16 

    En las apariciones referidas por Lc y Jn, los discípulos no reconocen al Señor a la primera, sino sólo a consecuencia de una palabra o de un signo, Lc 24,30s .35 .37 y 39-43; Jn 20,14 .16 .20: 21,4 y 6-7: comp. Mt 28,17. Y es que, aun manteniéndose idéntico a sí mismo, el cuerpo del Resucitado se encuentra en un estado nuevo que modifica su figura exterior, Mc 16,12, y lo libra de las condiciones sensibles de este mundo, Jn 20,19. Sobre el estado de los cuerpos gloriosos, ver 1 Co 15,44+.

 

 

 

 

 

 

24,17 

    Var.: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando con aire entristecido?»

 

 

 

 

 

 

24,19 

    Var.: «el Nazareno».

 

 

 

 

 

 

24,24 

    0 plural de generalización, v. 12, o bien alusión a la visita hecha por Pedro y Juan juntos y referida por Jn 20,3-10.

 

 

 

 

 

 

24,35 

    Lucas, al emplear aquí este término técnico que repetirá en los Hechos, Hch 2,42+, piensa sin duda en la Eucaristía.

 

 

 

 

 

 

24,40 (a) 

    Debe mantenerse este v. a pesar de su omisión por buenos testigos.

 

 

 

 

 

 

24,40 (b) 

    Como Lucas escribía para griegos y éstos consideraban absurda la idea de la resurrección, insiste en la realidad física del cuerpo de Jesús resucitado, ver v. 43.

 

 

 

 

 

 

24,44 

    Todo parece ocurrir el mismo día, el día de la Resurrección. Hch 1,1-8 supone por el contrario un período de cuarenta días.

 

 

 

 

 

 

24,49 

    Es decir, el Espíritu Santo, ver Hch 1,4s; 2,33 .39; Ga 3,14 .22; 4,6; Ef 1,13; Jn 1,33+.

 

 

 

 

 

 

24,51 

    Orn.: «y fue llevado al cielo». Esta omisión pretende evitar la Ascensión el día mismo de la Resurrección, que parece contradecir a la de Hch 1,3 .9, cuarenta días después.

 

 

 

 

 

 

24,52 

    Orn.: «después de postrarse ante él».

 

 

 

 

 

 

24,53 

    El evangelio de Lucas concluye en el Templo donde había comenzado, entre alegría y alabanzas divinas.