IX. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos (Mt 5,10-12)

 

Esta B. literariamente es más amplia que las demás. Tiene una primera parte (v.10) cuya estructura es idéntica a la de las demás Bienaventuranzas que hemos visto. Pero tiene una segunda parte que amplía la primera. Hay comentaristas que ven dos Bienaventuranzas: la octava y la novena. Hay un verbo que une las dos, y que aparece hasta tres veces: perseguir, ser perseguido (10.11.12). Teniendo esto en cuenta, consideramos el todo como única B., con el nombre de la B. de los perseguidos.

Todas las Bienaventuranzas que hemos visto hasta ahora, tienen una dimensión cristológica: las Bienaventuranzas se entienden desde los rasgos del comportamiento de Jesús. El es el pobre, el manso, y misericordioso. Las Bienaventuranzas nos invitan a participar en la Pascua de Jesús. Pero esta B. lo hace de manera especial. Hay una expresión especial que no hemos encontrado en las demás Bienaventuranzas: “Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa” (11). Perseguidos a causa de Cristo. Esta cláusula es la que da a la B. su carácter específico. Ya no se trata de la persecución como razón de la felicidad, sino que la razón de la felicidad es la fe en Cristo: participación en su muerte y resurrección. La razón por la que tendrán una recompensa los perseguidos es la fe cristiana. De esto hablaremos más tarde, pero he querido recordarlo desde el comienzo como nota distintiva de esta B. La persecución adquiere su sentido a la luz de la muerte y resurrección de Cristo.

Como en las Bienaventuranzas anteriores, iremos recordando los elementos principales.

  • los perseguidos
  • perseguidos por causa de Cristo
  • alegraos y regocijaos
  • S. Benito

 

1. Los perseguidos. S. Mateo trae tres verbos para expresar la situación de los discípulos de Jesús:

   - perseguir: tres veces (10.11.12)

   - injuriar (11)

   - decir con mentira toda clase se mal contra vosotros (11)

 

Se trata de malos tratos, de palabras injuriosas y calumnias. Subrayaría con mentira. Se trata de cristianos que viven sin tacha. Si un cristianoesdigno de condena por su mala conducta, sobre ése no recae esta B. Aquí se trata de cristianos de conducta íntegra. En tiempo de S. Mateo los cristianos se habían relajado, y no se trata de ellos. S. Pedro habla de esta cuestión: No es dichoso cualquier sufrimiento, sino el que tiene por causa una vida cristiana auténtica, es decir, en consonancia con la voluntad divina (1 P 4,15-16).

Aquí tenemos un punto que los cristianos no hemos profundizado suficientemente: el sufrimiento, la persecución es condición normal del cristiano, del seguidor de Jesús. Y Jesús declara dichosos a los que se encuentran en estas condiciones. Y se supone normal que esto llegue a los seguidores de Jesús.

Si recurrimos a la Biblia, veremos que la persecución religiosa es frecuente y fecunda. Algunos ejemplos:

-Jeremías ha sido perseguido por anunciar a su pueblo la voluntad de   Dios, perseguido por su misión profética,  a causa de la justicia (17,14-18)

-En el II libro de los Macabeos encontramos el martirio de los siete hermanos con su madre (7,1-42): testimonio de la fe en Dios y en la observancia de la Ley.

-Jesús fue perseguido a largo de toda su vida (Mt 2,13).

-Jesús había anunciado a los suyos la persecución: “Si me han perseguido a mí, también os perseguirán a vosotros” (Jn 15,20).

-Los doce apóstoles, S. Pablo, Esteban, aparecen en los Hechos de los Apóstoles como testigos de la resurrección de Cristo, y siempre que hablan de la resurrección de Cristo encuentran oposición; son arrestados, encarcelados, azotados, y Esteban es lapidado. Es una realidad que hace pensar: cómo el testimonio de estos primeros predicadores crea persecución, oposición, conflicto.

En todos estos pasajes de la Biblia aparece la cruz: la vida honrada y la misión realizada traen la persecución, pero la persecución no  aparece como lago trágico, ni como fracaso. La prueba de la persecución es fecunda: la persecución trae la victoria. Sobre todo en los Hechos la cruz de la persecución está iluminada por la luz de la resurrección de Cristo. El predicador participa en la cruz y en la resurrección de Cristo.  De ahí se nos hace fácil dar el paso al punto siguiente.

 

2. Perseguidos por causa de Cristo (por mi causa). Esta cláusula es importante en esta B. Esta B. no se dirige ya a los pobres de espíritu, ni a los limpios de corazón, sino a los cristianos que tienen que sufrir por su fe: se trata de los discípulos de Jesús que tendrán que sufrir en el futuro. Todos nosotros estamos incluidos: “Bienaventurados seréis…(11). La felicidad de los perseguidos, en este caso, está relacionada con la fe de los cristianos, una fe que debe ser capaz de soportar la prueba de la persecución.

Se trata del sentido y de la importancia que tiene Cristo en la vida de los cristianos, en especial, cuando se trata de una persecución. Tenemos que despertar el sentido cristiano de nuestra vida que hemos empezado en el bautismo, y vamos perfeccionando en los sacramentos y en la vida cristiana. Cuando hablamos de la oración cristiana, fácilmente decimos que Cristo nos asocia a su oración al Padre. Esto mismo debemos decir cuando se trata de la persecución, del sufrimiento. Tenemos que descubrir cada vez más el significado que tiene Cristo en nuestra vida. “No anteponer nada al amor de Cristo” (RB 4,21), nos dice S. Benito. Esta sería una aplicación de este amor a Cristo: todos los días tenemos el privilegio de participar en la muerte y resurrección de Cristo en nuestra vida diaria.

Algunos ejemplos tomados de la vida de la comunidad cristiana primigenia, y que son como un comentario de esta B.:

-1 P 4,14: “Dichosos de vosotros, si sois injuriados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros”. S. Pedro ha escrito esto a la luz de la resurrección de Cristo. Es un buen comentario de nuestra B.

-Hch 5,41: “Ellos marcharon de la presencia del Sanedrín contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre”. Aquí se habla del “Nombre”. Es un tema importante en la Comunidad primigenia. Se trata de Jesús reconocido como “Señor” desde la resurrección (Flp 2,9-11). Por lo tanto, se trata expresamente de la fe en Cristo resucitado. El que sufre puede dar sentido a su sufrimiento desde el triunfo de la resurrección de Cristo. El ser cristiano, el vivir unido a Cristo resucitado desde al bautismo, debe tener su resonancia en la vida.

-2 Cor 12,10: “Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y angustias sufridas por Cristo, pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte”. Para S. Pablo es una suerte el poder sufrir por Cristo.

-Flp 3,10-11: Conocerle a él (Cristo), el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte”. No se trata sólo de sufrir por Cristo, sino sufrir con él, uniéndose a Cristo en su misterio pascual.

Resumiendo: en esta B. la persecución aparece para el cristiano, para el seguidor de Cristo, como una forma privilegiada de ser cristiano, porque se une a Cristo en su misterio pascual. La persecución es una manera de unirse a Cristo resucitado, y por lo mismo la vida del cristiano se llena de esperanza para el día del juicio. De ahí viene también el motivo  de alegría que quisiera recordar ahora.

 

3. Alegraos y regocijaos, porque vuestra  recompensa será grande en los cielos (12). Si vivimos desde la fe en Cristo, las persecuciones y los sufrimientos se convertirán en motivo de alegría y de esperanza. Adquieren un significado y un valor especial. Damos ya el paso de la pasión a la resurrección, al triunfo, a la felicidad.

Tenemos dos verbos que expresan la felicidad de los perseguidos:

-Alegrarse (jairo): estar alegre. Expresa el sentimiento interior que se experimenta en una situación favorable. Tenemos el caso de María. Lc 1,28: “Alégrate (jaire), llena de gracia”. María es invitada a alegrarse ante un acontecimiento extraordinario de salvación que envía Dios al mundo.

-Regocijarse (agalliaomai): designa no sólo la alegría que se siente en el interior, sino también su manifestación: es una alegría que se exterioriza, se manifiesta. Caracteriza la actitud  de la persona que irradia alegría. Tenemos el caso de María: expresa su alegría, la exterioriza: “Mi espíritu se alegra (egalliasen) en Dios mi salvador” (Lc 1,47). Son dos verbos que se complementan.

Si profundizamos un poco más en este vocabulario, veremos que en el AT estos dos verbos expresan la manera de actuar de los que han recibido un gran favor de Dios, y tratan de agradecerle, celebrando esa intervención de Dios. Detrás está siempre Dios que salva. Por ejemplo: “Se dirá aquel día: Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahvé en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su salvación” (Is 25,9).   

Esta idea  de que los cristianos deben alegrarse en el  momento mismo en que sufren, se encuentra en los escritos del NT. Algunos ejemplos:

-1Ts 1,6: “Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones”.

-Hechos 5,41: “Ellos marcharon de la presencia del Sanedrín contentos de haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre”. Este texto ya lo hemos visto antes.

-2Cor 8,2: “Pues, aunque probados con mucha tribulaciones, su rebosante alegría y su extrema pobreza han desbordado en tesoros de generosidad”.

-Apc 19,6-8: “Ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. Alegrémonos y regocijémonos y démosle gracias”. Es la alegría de los que han llegado a la gloria. Cuando Jesús invita a los perseguidos a alegrarse, es una invitación a tomar parte ya desde ahora, anticipando la alegría y la acción de gracias de los beneficiarios del Reino.

Esto de alegrarse en las persecuciones y tribulaciones, a nosotros nos parece casi imposible, pero los primeros cristianos que seguían a Cristo en la Iglesia lo vivían: sufrir con alegría por la fe en Cristo, por la unión con Cristo. La persecución era motivo de alegría y de esperanza para la vida eterna: “Vuestra recompensa será grande en el cielo” (12).

 

4. Breve alusión a S. Benito para ver cómo nos invita a vivir esta B. en nuestra vida monástica. Algunos ejemplos.

-7,38-39: “Y mostrando que el siervo fiel debe sufrirlo todo por el Señor, incluso las cosas contrarias, dice en la persona de los que sufren: Por ti sufrimos muerte cada día; se nos mira cual ovejas destinadas al matadero. Pero seguros en la esperanza de la divina retribución prosiguen gozosos y dicen: Mas en todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó”. Se trata del cuarto grado de humildad: habla del ejercicio de la obediencia, de las dificultades, cosas duras y contrarias, injurias: lo soportan todo sin cansarse (7,35-36). Hay una alusión clara a la participación en la pasión de Cristo: “Debe sufrirlo todo por el Señor” (38). Es la paciencia de la que habla en el v 35: “Se abrace calladamente en su interior con la paciencia”. “Soportando todo por el Señor” (37). “Por ti estamos a la muerte cada día” (38). Hay alusión también al triunfo que nos viene del amor de Cristo, de la participación de su triunfo: “Pero todo esto superamos por Aquel que nos amó” (39). Se menciona también el premio: “Seguros en la esperanza de la divina retribución” (39). Y S. Benito nos exhorta a recorrer el camino con alegría (gaudentes): “Prosiguen gozosos” (39).

Así podemos vivir cada día el mensaje central de nuestra B., es decir, podemos vivir el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo, podemos hacernos partícipes de los sufrimientos y gloria de Cristo, pero actuando con gozo y alegría

-49,6-7: “Además de la medida que tienen prescrita, ofrezca espontáneamente algo a Dios con el gozo del Espíritu Santo” “Y espere la santa Pascua con la alegría de espiritual anhelo”. Esta última frase es alusión a 1 Ts 1,6, donde S. Pablo habla del gozo de los cristianos en las persecuciones. Aquí S. Benito lo refiere a la ofrenda voluntaria, al combate del monje en la cuaresma.

Hay un autor que dice que el monje, la monja, no tiene otra vocación más que la de convertirse en el hombre-mujer de las Bienaventuranzas, el hombre-mujer  que el Espíritu lo ha renovado desde el interior y que le inspira la actitud nueva de los hijos-hijas del Reino (P. Houix). Y al hablar del monje que busca realizar el programa de las Bienaventuranzas, no podemos olvidar a los siete monjes, que fueron asesinados en Argelia. Han vivido hasta el final el espíritu de las Bienaventuranzas.

 

Conclusión:

1. Se puede decir que esta B. es la más cristiana, la más importante, porque nos ofrece una invitación muy clara, más clara que las demás Bienaventuranzas, a participar en el misterio pascual de Cristo. Nos pone en una situación privilegiada para acercarnos a la muerte y resurrección de Cristo.

2. Esta B. es una llamada a aceptar el presente, nuestro presente, aunque a veces nos parece duro e incluso difícil de aceptar. Pero aceptar el presente siempre en una actitud cristiana, no estoica, ni pagana: aceptar el presente desde la fe haciendo nuestra la cruz de Cristo, uniéndonos a Cristo que ha sido perseguido, pero el Padre le ha resucitado.

3. Como consecuencia, tenemos que reconocer la posibilidad de una alegría en nuestra vida, mirando no tanto a lo que sufrimos, sino más bien a lo que tendemos: a la promesa de una felicidad con Cristo resucitado, que empieza ya aquí en esta vida.

4. Es una llamada a no poner  nuestra seguridad en nada de lo nuestro: ni en el sufrimiento, sino en la bondad y misericordia de Dios que nos ha dado a Cristo como mediador: “De ellos es el Reino de los cielos” (10). Siempre tendremos que salir de nosotros mismos, para buscar la salvación y poder llegar a una vida que sólo Dios nos puede dar como regalo.

5. Esta B. tiene sentido de liberación para nosotros y para todos: a veces nos encontramos en nuestra vida con el desaliento en las dificultades. Nos parece que no hay salida. Tenemos que recordar la luz de la resurrección de Cristo, participando en su vida nueva. También vemos cómo en nuestra sociedad los jóvenes recurren a la droga, al alcohol, buscando un sentido a sus vidas. Tendríamos que recordarles, desde nuestra vida, que le fe en Cristo resucitado puede hacer feliz, libre, solidario, a una persona.

6. Unas palabras del P. Bernardo Olivera hablando del requisito básico de la renovación monástica: “La renovación demanda esfuerzo, es además causa de conflictos, por eso sólo perseveran en ella quienes poseen una buena dosis de sentido del humor. En efecto, al que toma la vida con humor, Dios le librará de lo trágico; y el que sabe distinguir una mota de polvo de una montaña, se evitará muchas preocupaciones; o más concretamente: quien reflexiona antes de obrar y ríe antes de reflexionar, evitará cometer muchas tonterías. El sentido del humor -expresión del gozo cisterciense- permite en el contexto de la renovación no absolutizar lo relativo y relativizar lo absoluto en referencia al único Absoluto” ( Rev Cistercium nº 218 (2.000), 30)